Aunque pueda resultar previsible el caso relevante que más me impactó de la serie épica de HBO fue la famosa (y ya histórica) "Boda Roja".
Como la mayoría de los fans de la serie me acuerdo del momento y el lugar donde ví el impactante capítulo nueve de la tercera temporada: "Las lluvias de Castamere".
Una tarde julio, después de comer, me dispuse a ver mi episodio de Juego de Tronos así que me tumbe al revés en la cama poniendo el ordenador donde deberían estar los pies y escuche la ya tan amada intro de la serie sin saber que cuando terminase ese capítulo ya no podría verla con los mismo ojos.
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La boda comenzó y Arya con un poco de suerte llegaría al baile cuando empezó a sonar la canción de la desgracia, el himno de los Lannister, la sinfonía que daba nombre al capítulo: "Las lluvias de Castamere". Y desde el momento en que empezó (y yo pegué un brinco fuera de la cama que casi tira el ordenador) no pude parar de llorar (sí, sé que soy una exagerada pero soy demasiado empática con todo y me hacen llorar hasta los anuncios de Coca Cola, y no es broma). Definitivamente yo no estaba preparada para lo que iba a pasar.
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Realmente después de ver tanto vídeo de la reacción de los fans sigo pensando que la mía fue aún más exagerada, tanto que tuve que detener el episodio tras la muerte de mami Stark porque ya casi no veía la pantalla con tanta lágrima.
Y aún me pregunto ¿realmente era necesario? ¿había que cargarse a medio reparto? ¿no podían haber dejado a nadie para que cuidara a la antes pequeña Arya? Necesité dos días de descanso para poder ver el final mientras intentaba recuperarme de lo ocurrido.
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Pero es hora de secarse las lágrimas y continuar con la aventura porque aún quedan muchos altibajos en la serie y me da a mi que muchas lágrimas por derramar.
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